domingo, 19 de julio de 2009

La Trinidad de Clausewitz




La Trinidad de Clausewitz, más allá del ámbito militar.

Por: Pedro Lapido Estran




Clausewitz, Karl von, (Magdeburgo, actual Alemania, 1780 - Breslau, Alemania, 1831) Militar y teórico de la guerra prusiana.
Ingresó en el ejército en 1792, y nueve años más tarde fue admitido en el instituto de la Guerra de Berlín.

Bajo la tutela de Gerhard von Scharnhost estudió ciencia militar y se introdujo en los ambientes cortesanos, convirtiéndose pronto en ayudante del príncipe Augusto.

Tras la invasión napoleónica de Rusia (1812) entró, como muchos otros militares prusianos, al servicio de este último país. A su regreso a Prusia, dos años después, fue nombrado general y tuvo un papel destacado en la batalla de Waterloo (1815).

En su obra más importante, Sobre la Guerra, analizó los diferentes aspectos tácticos y estratégicos de la actividad militar, concediendo especial importancia a los factores psicológicos y accidentales, y a la capacidad de respuesta a los mismos.
La estrategia, según Clausewitz, debía centrarse en tres objetivos principales: Las fuerzas del enemigo, sus recursos, y su voluntad de combatir. Sus escritos ejercieron una notable influencia en la conformación de la teoría militar durante más de un siglo y sus conceptos hoy, siguen vigentes.

Uno de los conceptos más notables de su obra, es el de la "trinidad", conocida mundialmente como la "Trinidad de Clausewitz", y es la vinculación que se da (o debiera darse) en cualquier sociedad entre el Gobierno, el Pueblo, y las Fuerzas Armadas ante un acto de guerra.

Clausewitz, nos dice en primer lugar, que para llevar a un país a la guerra, se requiere que el pueblo apoye esa guerra, que sienta odio por el otro pueblo con el cual va a pelear.

El segundo de los aspectos es el de los generales y sus ejércitos, aplicable actualmente a la totalidad de las fuerzas armadas. No está de más recordar que en un país bien constituido, no son las fuerzas armadas las que hacen la guerra. sino que ellas se limitan a combatir en las guerras que deciden los gobiernos. Por otra parte y generalmente, no son intereses de índole militar los que conducen a una guerra sino políticos, a menudo mezclados con otros de naturaleza económica.
Pero así como a la guerra "hay que hacerla", también la paz requiere que se la haga, no nos viene regalada.
Entonces, unas fuerzas armadas bien adiestradas, bien equipadas y consustanciadas con lo que su pueblo -"del cual se nutren"-, espera de ellas, ayudaran sin duda a mantener "la paz".
El tercer aspecto es el político, y es tal vez el más complejo y variable.

En la guerra Ruso-Japonesa, la trinidad de Clausewitz se manifestó claramente en el Japón. El pueblo adoraba al emperador y este ejercía un firme liderazgo, tanto en el ejército como en la armada imperial.
En Rusia por el contrario, el Zar Nicolás II vivía de espaldas a su pueblo y a sus fuerzas armadas que ya se hallaban inevitablemente corrompidas por la revolución bolchevique.

En la segunda guerra mundial se denotó una fuerte presencia de la trinidad, tal vez con la única excepción de Italia y mas tarde en Vietnam, hubo un claro desencuentro con ella en el caso de los Estados Unidos.

En nuestra guerra de Malvinas también estuvo presente, solo que el primer aspecto (el odio al otro pueblo) estuvo reemplazado por la profunda adhesión cultural de los Argentinos al territorio arrebatado por el enemigo durante tantos años.
Tanto que logro superar la alteración de la concepción del tercer aspecto ( el gobierno ) por ser militar y de facto.

La trinidad de Clausewitz, piedra basal de la acción militar, no puede dejar de estar presente en el diseño de las fuerzas armadas. Pues no se trata de las fuerzas armadas que a los militares les gustaría tener, sino de las que el país requiere, conforme a lo que su pueblo aspira y aguarda de ellas y lo que el gobierno elegido por el pueblo espera.

Pueblo y gobierno deben estar convencidos de que cuentan con las Fuerzas Armadas adecuadas, las que necesitan para enfrentar con posibilidades de éxito los riesgos que pudieran presentársele a los intereses vitales de la Nación.
Así se reconocerá y comprenderá que "disponer" de fuerzas armadas eficaces no es un lujo. Por el contrario, "no disponer" de ellas sería un lujo que ningún país sensato puede permitirse.

Cuando pueblo y gobierno se sienten orgullosos de sus fuerzas armadas, aquellas se nutren de los mejores integrantes de la nación y no necesitan justificar ni su existencia ni su actualización.
Para que una nación sea fuerte y pueda mantenerse libre y soberana, el pueblo no puede darle la espalda a las fuerzas armadas, ni estas al pueblo, sino ambos estar mancomunados con el gobierno.

Sobre algunos aspectos que surgen de la "Trinidad de Clausewitz", se asienta toda nación que pretenda ser fuerte y soberana, aunque nunca y por la misma razón, llegue a la guerra.

Bibliografía: "Historia Universal Océano Multimedia"
"Diseño de una Armada posible para la República Argentina
para los próximos 25 años"
Publicación del Centro Naval. (2005) Contralmirante (R) Roberto L. Pertusio.